Mi estado de consciencia actual, el que mi psicóloga tanto elogia, es un punto de partida en mi vida. No es que antes no lo tuviera, pero siempre viví flotando y habitando de manera superficial mi entorno. Quizás porque siempre fui una persona muy sensible a los estímulos y me resultó más fácil lidiar así con la violencia existencial, quizás porque recién ahora estoy aprendiendo otras maneras más amables de acercarme al afuera y por tanto acercarme a mi adentro.
Siempre fui muy torpe y eso fue motivo de crítica, más que nada con mi cuerpo. En varias ocasiones me caí de cara al piso, y creo que es el ejemplo gráfico de la falta de límite que tuve históricamente a nivel físico y emocional. Me pregunto si esta peculiaridad estará signada por algo astral, sé que de chicx tuve bastante libertad y no siempre supe cómo gestionarla. También tuve mucho miedo inculcado, pero no quiero situarme en tercerxs o en algo que ya pasó.
Lo cierto es que siempre me costó dibujar líneas rectas y como pude, fui armando un camino zigzagueante que me llevó a lo que soy hoy. ¿pero que soy hoy? Lo primero que me sale decir al tener que definirme es que soy una persona medicada, y paradójicamente eso me entristece. Me gustaría que se me venga a la mente que soy una persona feliz, que siempre está con una sonrisa y viendo el lado positivo de las cosas pero ese no soy yo. De adolescente me enamoré de Artaud, y si bien siempre empatice con la política de la ternura, la melancolía siempre me tiró más.
Hace poco una profesora hizo una distinción entre las personas nostálgicas, que viven pensando que todo pasado fue mejor y las personas melancólicas, quienes nos regocijamos en un estado de sosiego triste actualizado en el presente. Guglié melancolía y me sacó una sonrisa la definición y las preguntas que se desprenden del término. Cuando le entra la melancolía se queda rato mirando por la ventana, me detengo en esa descripción porque me interpela y por que me gusta la imagen. La contemplación, mirar la vida pasar, la suspensión del tiempo y el viaje que puede tener una persona permaneciendo en la quietud es algo que me identifica.
Confieso que paso largo rato con mis pensamientos, trasladándome en mi neurosis, en un punto eso me regocija. Encuentro un refugio ahí. Intento no contarlo en terapia por miedo a que me sigan medicando, pero la realidad es que podría pasarme días en la cama entre sueños y visiones fantásticas neptunianas, habitando el umbral entre el sueño y la vigilia.
Últimamente, mi actividad sexual, mis anhelos, mis deseos, los vivo en ese estado. Dormir de más es mi nueva droga y despertar mi nuevo bajón.
Aún hoy a casi dos años de tratamiento psiquiátrico no logro la estabilidad deseada. Me cuestiono realmente si algún día la tendré. La verdad es que no la quiero. Aprendí a vivir patinando esquinas curvas y no me veo de otra manera que no sea abrazando lo que construí hasta hoy. En mi familia, en el colegio, entre mis amigxs, siempre me nombraron como la loca linda, una frase que me pesó mucho pero que hoy estoy empezando a entender más. Sin ir mas lejos, la semana pasada un amigo me dijo: “vos tenes problemas mentales pero sos buenx”, y podría cuestionarme qué clase de amigxs tengo pero no creo que se trate de cambiar de amigues por gente más condescendiente o ubicada, sino poder situarse más allá de las definiciones de lxs demás y entender que el entorno muchas veces es hostil para la gente que tiene otro tipo de reacción que no es la esperada.
Me acuerdo cuando mi ex recordaba “vergüenzas” que había tenido y se pegaba o se insultaba. La culpa de haber hecho cosas fuera de los límites morales es un gran monstruo que te aplasta cuando no debería ser así. Todxs nos equivocamos, todxs en mayor o menor medida jugamos con los límites. Y la verdad es que no me arrepiento de haber hecho nada de lo que hice cuando tuve un brote psicótico. Fui una persona oscura y monstruosa que traspasó umbrales de terror, sufrí mucho y mi entorno también pero no quiero ser como mi ex que recordaba sus “miserias” y lloraba por demás.
Resiliencia. Sigo acá y por algo es, no me arrepiento de haber corrido en culo por el barrio de mi infancia, no me arrepiento de haber despertado a un amigo por miedo de haberle contagiado una maldición, no me arrepiento de haber creído que me iba a morir porque no sé quién me había hecho un gualicho. No me arrepiento de mi falta de amor. No. Pero tampoco me quiero definir por eso.
No quiero más pensar que la primera cualidad de mi es que estoy medicadx, quiero poder soñar con estar despiertx y vivir plenamente. Quiero poder proyectar, sentirme, expresarme, poder decir lo que el miedo a mi mismx me sacó. El miedo a confiar en mí, a creer en que soy algo más que unx locx lindx.
Soy el testigo, soy el único testigo de mi mismo. soy el único juez capaz de medir el alcance. Me pierdo en mi pensamiento como en un sueño, soy aquel que conoce los rincones de la pérdida. Releo sin pensar mucho unas palabras subrayadas en mi adolescencia, en el pesa nervios y hoy una vez más hacen eco en mí. Artaud, sos y serás mi primer amor. En tus palabras me encuentro y en mis sueños te abrazo a pesar de que te hayan llamado loco y que muchxs sigan cuestionandote.